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Yo nunca lo hubiera logrado sin ti

Para empezar, me diste la vida.

Pero tu regalo fue mucho mayor.

Me regalaste el amor que te faltaba,

y lo multiplicaste para que abundara en mí.

Me llenaste de principios, de valores;

nos criaste dándonos el mejor de los ejemplos.

Y en el instante en que mis días perdieron color,

en que la luz abandonó mis ojos y la nieve se volvió negra…

Ese día corriste a mí… y me salvaste.

Y es que, ya vez mujer,

YO NUNCA LO HUBIERA LOGRADO SIN TI.

Cuando la vida se me caía a pedazos,

tú me protegiste bajo tus brazos.

Cuando me faltaba el aire en mis pulmones,

tú me sobabas la espalda para que el oxígeno circulara.

Cuando me ahogaba entre mis gritos atravesados y mi incesable llanto,

tú me abrigabas en tus brazos.

Cuando la existencia se escapaba de mi ser, y a ratos, moría…

tu estuviste ahí para mí, para traerme de regreso a la vida.

Te insisto, mujer:

Yo nunca lo hubiera logrado sin ti.

Corriste a socorrerme cuando enfrentaba la prueba más intensa.

Me alimentaste cuando mi cuerpo estaba vacío,

y mi alma colgando de un hilo.

Me abrigaste en los días más fríos,

me arrullaste en las eternas noches de insomnio.

Me diste fuerzas cuando no daba más,

me acompañaste cuando la oscuridad era mi única compañía.

Madre,

No sabes cuánto agradezco todo lo que haces por mí;

por toda tu entrega, por tu amor infinito;

por siempre cuidar de mí -y de los míos-

Yo nunca lo hubiera logrado sin ti.

Porque me diste vida al nacer,

pero me reviviste cada día que morí;

Y si hoy estoy con vida,

es gracias a ti, mujer.

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